La salud mental
la enfrentamos
Solamente Unidos
Agradece a quienes estuvieron contigo en momentos difíciles y te ayudaron a salir adelante.
Agradece a quienes estuvieron contigo en momentos
difíciles y te ayudaron a salir adelante.
Comparte tu historia y unámonos para cambiar vidas.
La salud mental
es una necesidad urgente.
Solamente Unidos busca convocar a la sociedad para tomar conciencia de que la salud mental no es un proceso individual, sino que debemos enfrentarlo juntos.
Esta iniciativa es inclusiva y visibiliza el rol de quienes acompañan, porque todos, en algún momento, hemos necesitado o entregado apoyo.
Hazle un reconocimiento a quien estuvo ahí cuando más lo necesitaste.
Por ejemplo, un amigo, familiar, compañero de trabajo o especialista.
Deja tu agradecimiento aquí
Agradecer nos une
Revisa los testimonios de personas que se sumaron a la iniciativa. Cada historia demuestra que acompañar ayuda a sanar.
Agradezco a Cristóbal por ser una luz y una fuente de calma durante mis tormentas. Le doy las gracias por aceptarme con mis virtudes y defectos, y por ayudarme a encontrar paz en mis momentos más tristes y depresivos. Agradezco que me acompañara cuando más lo necesitaba y cuando estaba aprendiendo a vivir con mi diagnóstico. Sus consejos, su compañía y su cariño generoso me impulsaron a crecer, a mirarme con más compasión y a seguir adelante. Fue mi apoyo cuando sentía que no podía continuar, y su cariño y amabilidad serán siempre un bálsamo para mi corazón.
Javiera Delgado
▾
Matías Cartajena
·
Leyla El Khatib
·
Le doy las gracias a mi mamá, quien desde el primer día supo que algo no andaba bien en mí y fue capaz de lidiar con la manía sin saber qué me pasaba en ese momento. Además, desde que recibí el diagnóstico, no ha dejado de psicoeducarse y de acompañarme con ternura y amor. Gracias, mamá, por siempre estar para mí.
Vanessa Catalina
▾
Natalia Leal
·
Leyla El Khatib
·
Quiero agradecer profundamente a mi pareja, Sandra González, por estar a mi lado en este largo y desafiante camino de descubrimiento y aceptación de mi diagnóstico. Le doy las gracias por no soltarme en mis días grises, esos en los que no me reconozco, cuando todo se nubla y siento que pierdo de vista quién soy. En esos momentos, ella está ahí para animarme, escucharme con amor, motivarme y recordarme la esencia de quién soy, incluso cuando yo misma no logro verla.
Sé que no es fácil, ya que en esos días no me tolero, no me gusto y me cuesta encontrar algo positivo en mí. Sin embargo, con su amor incondicional, ella me sostiene. Es mi ancla, mi refugio y mi espejo más honesto, ese que me muestra la verdad que olvido: que soy más que mis sombras.
Gracias por caminar conmigo, por quedarte cuando todo se vuelve difícil y por hacerme sentir que, incluso en mi peor versión, soy merecedora de amor y de esperanza.
Sé que no es fácil, ya que en esos días no me tolero, no me gusto y me cuesta encontrar algo positivo en mí. Sin embargo, con su amor incondicional, ella me sostiene. Es mi ancla, mi refugio y mi espejo más honesto, ese que me muestra la verdad que olvido: que soy más que mis sombras.
Gracias por caminar conmigo, por quedarte cuando todo se vuelve difícil y por hacerme sentir que, incluso en mi peor versión, soy merecedora de amor y de esperanza.
Nicole Amolef
▾
Agradezco a mi mejor amigo, Nicolás Saavedra. Cuando me diagnosticaron y hospitalizaron por primera vez, él estuvo ahí, me llevaba libros para leer, un cigarro, y me acompañó todos los días que pudo. Recorrió todo Santiago para verme esos cortos minutos de visita. Cuando intenté suicidarme, lo primero que recuerdo al despertar en la UCI es a Nico dándome comida con una cuchara. Siempre se quedó conmigo, dispuesto a escucharme y a acompañarme. Agradezco incluso sus retos. Gracias, Nico, te quiero mucho y aprecio cada gesto de tu amistad.
Alexandra Méndez
▾
María Teresa Needham
·
Agradezco a mi mamá, que siempre ha estado a mi lado desde el principio. Cuando era adolescente, no entendía su protección y creía que exageraba, pero ella siempre siguió ahí. Ahora es mi pilar fundamental, quien me anima en mis bajas y me aterriza en mis hipomanías. Gracias, mamá, por siempre estar para mí.
María José Infante
▾
Agradezco infinitamente a mi esposo Daniel, quien falleció a los 57 años a causa de un cáncer terminal. Durante nuestra vida juntos, incluso desde que éramos novios, me entregó su gran amor incondicional. Fuimos muy felices y construimos una bella familia juntos. Gracias, mi Danito, siempre te llevaré en mi corazón.
Ana María Orellana
▾
Les agradezco a mis hijos por estar presentes para mí en el proceso de aprendizaje con el trastorno bipolar. Sin su apoyo, no hubiese podido salir adelante. Muchas gracias.
Mildred Herrera
▾
Antes que nada, agradezco a Dios por haberme permitido transitar acompañada por este camino de superación y por haberle otorgado fortaleza a mi madre y a mi hija. Ellas son quienes me conocen y me pueden ayudar a salir adelante cada vez que me he sentido delicada en esta vida de dos polos.
Paulina Pérez
▾
Ella es mi hermana, mi amiga, mi apoyo, mi orgullo. Ella es tan sabia, inteligente y sensata que a veces pienso que no ha vivido solo esta vida. Siempre tiene la voz, el verbo y la expresión en el instante adecuado. Hubo un momento en que me perdí en un pozo negro del que no podía salir. En algún momento, comencé a escuchar un susurro, lo seguí, y despacio, empecé a tratar de salir. Arañaba las paredes de lodo para subir. No sé cuánto tiempo estuve así; de pronto, salí, y mi hermana me dijo «bienvenida». La encontré de la penumbra, del frío, de la tristeza y del susurro que me llevó a salir, y me dijo: «Qué bueno, porque nunca dejé de llamarte».
Alexia Luksic
▾
"Tu testimonio puede hacer una gran diferencia para alguien que esté pasando algún episodio de salud mental en este momento".
Flavia Gal
Fundadora Fundación Círculo Polar
Llevamos
000 0
testimonios
¡Solo falta el tuyo! Lo puedes hacer en video, audio o texto.
Pancho Melo
·
Katherine Salosny
·
Francisca Mardones
·
Cristian Arcos
·
Sebastián Keitel
·
Christiane Endler
·
Italo Zúñiga
·
Marcelo Barticciotto
·
Natalia Leal
·
Victoria Walsh
·
Matías Cartajena
·
María Teresa Needham
·
Andrés Caniulef
·
Leyla El Khatib
·
Luz Marina Parra
·
Leyla El Khatib
·
Luz Marina Parra
·
Agradezco a Cristóbal por ser una luz y una fuente de calma durante mis tormentas. Le doy las gracias por aceptarme con mis virtudes y defectos, y por ayudarme a encontrar paz en mis momentos más tristes y depresivos. Agradezco que me acompañara cuando más lo necesitaba y cuando estaba aprendiendo a vivir con mi diagnóstico. Sus consejos, su compañía y su cariño generoso me impulsaron a crecer, a mirarme con más compasión y a seguir adelante. Fue mi apoyo cuando sentía que no podía continuar, y su cariño y amabilidad serán siempre un bálsamo para mi corazón.
Javiera Delgado
▾
Le doy las gracias a mi mamá, quien desde el primer día supo que algo no andaba bien en mí y fue capaz de lidiar con la manía sin saber qué me pasaba en ese momento. Además, desde que recibí el diagnóstico, no ha dejado de psicoeducarse y de acompañarme con ternura y amor. Gracias, mamá, por siempre estar para mí.
Vanessa Catalina
▾
Quiero agradecer profundamente a mi pareja, Sandra González, por estar a mi lado en este largo y desafiante camino de descubrimiento y aceptación de mi diagnóstico. Le doy las gracias por no soltarme en mis días grises, esos en los que no me reconozco, cuando todo se nubla y siento que pierdo de vista quién soy. En esos momentos, ella está ahí para animarme, escucharme con amor, motivarme y recordarme la esencia de quién soy, incluso cuando yo misma no logro verla.
Sé que no es fácil, ya que en esos días no me tolero, no me gusto y me cuesta encontrar algo positivo en mí. Sin embargo, con su amor incondicional, ella me sostiene. Es mi ancla, mi refugio y mi espejo más honesto, ese que me muestra la verdad que olvido: que soy más que mis sombras.
Gracias por caminar conmigo, por quedarte cuando todo se vuelve difícil y por hacerme sentir que, incluso en mi peor versión, soy merecedora de amor y de esperanza.
Sé que no es fácil, ya que en esos días no me tolero, no me gusto y me cuesta encontrar algo positivo en mí. Sin embargo, con su amor incondicional, ella me sostiene. Es mi ancla, mi refugio y mi espejo más honesto, ese que me muestra la verdad que olvido: que soy más que mis sombras.
Gracias por caminar conmigo, por quedarte cuando todo se vuelve difícil y por hacerme sentir que, incluso en mi peor versión, soy merecedora de amor y de esperanza.
Nicole Amolef
▾
Agradezco a mi mejor amigo, Nicolás Saavedra. Cuando me diagnosticaron y hospitalizaron por primera vez, él estuvo ahí, me llevaba libros para leer, un cigarro, y me acompañó todos los días que pudo. Recorrió todo Santiago para verme esos cortos minutos de visita. Cuando intenté suicidarme, lo primero que recuerdo al despertar en la UCI es a Nico dándome comida con una cuchara. Siempre se quedó conmigo, dispuesto a escucharme y a acompañarme. Agradezco incluso sus retos. Gracias, Nico, te quiero mucho y aprecio cada gesto de tu amistad.
Alexandra Méndez
▾
Agradezco a mi mamá, que siempre ha estado a mi lado desde el principio. Cuando era adolescente, no entendía su protección y creía que exageraba, pero ella siempre siguió ahí. Ahora es mi pilar fundamental, quien me anima en mis bajas y me aterriza en mis hipomanías. Gracias, mamá, por siempre estar para mí.
María José Infante
▾
Agradezco infinitamente a mi esposo Daniel, quien falleció a los 57 años a causa de un cáncer terminal. Durante nuestra vida juntos, incluso desde que éramos novios, me entregó su gran amor incondicional. Fuimos muy felices y construimos una bella familia juntos. Gracias, mi Danito, siempre te llevaré en mi corazón.
Ana María Orellana
▾
Les agradezco a mis hijos por estar presentes para mí en el proceso de aprendizaje con el trastorno bipolar. Sin su apoyo, no hubiese podido salir adelante. Muchas gracias.
Mildred Herrera
▾
Antes que nada, agradezco a Dios por haberme permitido transitar acompañada por este camino de superación y por haberle otorgado fortaleza a mi madre y a mi hija. Ellas son quienes me conocen y me pueden ayudar a salir adelante cada vez que me he sentido delicada en esta vida de dos polos.
Paulina Pérez
▾
Ella es mi hermana, mi amiga, mi apoyo, mi orgullo. Ella es tan sabia, inteligente y sensata que a veces pienso que no ha vivido solo esta vida. Siempre tiene la voz, el verbo y la expresión en el instante adecuado. Hubo un momento en que me perdí en un pozo negro del que no podía salir. En algún momento, comencé a escuchar un susurro, lo seguí, y despacio, empecé a tratar de salir. Arañaba las paredes de lodo para subir. No sé cuánto tiempo estuve así; de pronto, salí, y mi hermana me dijo «bienvenida». La encontré de la penumbra, del frío, de la tristeza y del susurro que me llevó a salir, y me dijo: «Qué bueno, porque nunca dejé de llamarte».
Alexia Luksic
▾
Hola. Quiero agradecerte a ti, Gabriela, mi preciosa hija, que con solo 17 años soportaste mis hipomanías y mis conductas inestables con paciencia. Después, cuando llegamos a Vitacura y buscamos ayuda, seguías ahí, resiliente y abnegada, viendo cómo tu mamá seguía intentando estar bien. Infinitas gracias a ti, mi extraordinaria hija, que eres la razón de mi vida y a quien le debo tanto aprendizaje. Quiero seguir de la mano de mis especialistas para intentar tener el control de mi vida y mis emociones todos los días. Pero si tú sigues acompañándome con cariño, todo será más fácil y gratificante. Gracias, gracias, gracias por ser quien eres.
Luz
▾
Un rayo de luz en la tormenta. Madre, me siento muy agradecido por ayudarme a encontrar el camino en momentos en que solo veía oscuridad en mi destino. Me has acompañado de manera incondicional en cada etapa a la que me he enfrentado en el contexto de la bipolaridad y en la vida en general. Las palabras no son suficientes para expresar todo el amor y aprecio que siento por ti. Eres mi cable a tierra, mi pilar, mi soporte, mi confidente en ocasiones y el bastón que necesito cuando me cuesta caminar este sendero. Te amo, viejita.
Juan Carlos Lara Ramos
▾
Le debo la vida a mi hijo Ernesto (13) y a mi hija Amalia (11). Ellos han transitado conmigo el camino de la aceptación del diagnóstico, diversos episodios de distinta magnitud y duración, el entendimiento del trastorno a través de la psicoeducación, la motivación para mantenerme en eutimia y el valor para enfrentar los obstáculos de la vida diaria. Su amor incondicional, su empatía sin límites y su apoyo constante han sido el motor que me permite seguir adelante día a día. No hay palabras para expresar mi gratitud y amor por ambos.
Francisca Tornini Delmo
▾
Me agradezco a mí misma por ser valiente y quererme en esos días oscuros donde no me sentía comprendida. Donde me aterraba mi afán de querer salir adelante y salir del pozo en el que me encontraba. Me agradezco a mí misma por tener paciencia y por caminar más lento en esos días para apreciar el cielo más que el suelo. Me agradezco a mí misma por no tener vergüenza de llorar y de mostrar mi pena a los demás. Me agradezco a mí misma por darme la oportunidad de sentir cada día como una nueva oportunidad de vivir como venga la vida. Y con la convicción de que todo lo que nos pasa y todas las personas que llegan a nuestro lado es por alguna poderosa razón.
Fabiola Zuloaga Salazar
▾
Agradezco a mi mamá por todo el apoyo que me ha dado durante estos difíciles años. Ella es mi mayor soporte ante esta cruda vida. Le doy las gracias a mi mamá por ser ella: cariñosa, atenta y fuerte. No sabría qué hacer si no hubiera coraje en su noble corazón. Le doy las gracias a mi mamá por pelear mis batallas, protegerme en tiempos críticos y salvarme de mí mismo, una acción que se quedará en las pantallas de mi alma.
Nicolás Cortez
▾
A mi hermano, Fernando. Mi hermano tiene casi 11 años más que yo. Tengo otro hermano, Felipe, 7 años mayor. Siempre fui más cercano a este último; ser más cercanos en edad creo que jugó a favor. Así fue siempre, hasta que tuve mi primera crisis en el año 2012, el 5 de marzo, cuando cumplí 27 años. Esa edad tan importante en la que uno puede terminar muerto o empezar a mejorarse; muchos no lo logran. Antes de esto, Fernando y yo siempre tuvimos una relación buena, pero más distante, con silencios, dudas, resentimientos y conflictos no resueltos o declarados. Nuestra historia nos hizo sufrir a ambos, pero de formas distintas.
Aunque suene a cliché, esta crisis funcionó como una oportunidad que los dos terminamos aprovechando. Desde ese momento, cuando tuve mi debut bipolar con una crisis importante, precisamente una en la que sentí que alguien me quería matar, la brecha entre nosotros comenzó a acortarse. Durante mi primera crisis, Fernando fue a buscarme a mi casa a la 1 de la mañana, me subió a su auto y me llevó a urgencias a la Clínica Santa María. Recuerdo sus palabras literales: «Lo que necesitai es dormir, compadre». Tenía razón, ya que llevaba casi 3 o 4 noches sin dormir; estaba con una manía importante.
Después de este hecho tan importante en mi vida, Feña dejó de actuar como mi papá. Comprendió un poco más mi historia y volvió a ser mi hermano, mi hermano mayor. Y esto, a pesar de que desde el principio, él fue quien insistió en que fuera a psicoterapia, como si hubiera previsto que esto ocurriría desde que yo era niño. Me dijo: «no dejes de ir, Cris». El tiempo me dio a entender que estaba en lo correcto, a pesar de que yo resistí por unos buenos años. Aunque iba, lo hice por 10 años.
Él también cambió. Después de que nacieron sus dos hijas, se volvió más cariñoso, más cercano, más amable y risueño. Pude sentir en la piel sus abrazos cariñosos, que me hacían falta. Aun sin estar convencido, persistí en el tratamiento. Obviamente, tuve altos y bajos, pero me mantuve. Y poco a poco, me fui convenciendo de lo importante que era este espacio, oculto del mundo, donde podía decir todo lo que me pasaba, pensaba y había hecho. Fue una guarida del mundo externo donde podía entender mi vida, mi historia y la historia del mundo. Conocer mis diferentes facetas. Si saco la cuenta del dinero invertido, puede ser mucho. Pero pude recomponer las piezas de mi historia y, poco a poco, con mucho trabajo, convertirme en el hombre que soy hoy.
Tengo 40 años. No ha sido fácil. Ha sido difícil, lento, frustrante, un túnel larguísimo que casi no tiene fin, casi. Hoy, después de mis hijos y mi señora, Feña es la persona más importante en mi vida. Él y su familia son mi familia, aunque no sé si le he dicho lo importante que ha sido para mí tenerlo a mi lado. Escribiendo estas líneas, me doy cuenta de que quizás no lo he hecho. Yo creo que él lo sabe, pero sería bueno decírselo alguna vez con palabras, porque nos hacemos regalos cariñosos.
Nos gusta mucho el café, la buena música, Felipe Avello y don Carter. Vemos la vida de forma parecida. Vivimos al lado, tenemos a nuestros hijos e hijas en el mismo colegio, y él, su señora y yo nos hemos hecho análisis. Tenemos esa experiencia compartida; sabemos lo que es. Es bonito compartir la vida, tener a mis sobrinas, a la Chochoca, que llegó a su vida hace poco. Nos tenemos, y por eso le doy las gracias.
Aunque suene a cliché, esta crisis funcionó como una oportunidad que los dos terminamos aprovechando. Desde ese momento, cuando tuve mi debut bipolar con una crisis importante, precisamente una en la que sentí que alguien me quería matar, la brecha entre nosotros comenzó a acortarse. Durante mi primera crisis, Fernando fue a buscarme a mi casa a la 1 de la mañana, me subió a su auto y me llevó a urgencias a la Clínica Santa María. Recuerdo sus palabras literales: «Lo que necesitai es dormir, compadre». Tenía razón, ya que llevaba casi 3 o 4 noches sin dormir; estaba con una manía importante.
Después de este hecho tan importante en mi vida, Feña dejó de actuar como mi papá. Comprendió un poco más mi historia y volvió a ser mi hermano, mi hermano mayor. Y esto, a pesar de que desde el principio, él fue quien insistió en que fuera a psicoterapia, como si hubiera previsto que esto ocurriría desde que yo era niño. Me dijo: «no dejes de ir, Cris». El tiempo me dio a entender que estaba en lo correcto, a pesar de que yo resistí por unos buenos años. Aunque iba, lo hice por 10 años.
Él también cambió. Después de que nacieron sus dos hijas, se volvió más cariñoso, más cercano, más amable y risueño. Pude sentir en la piel sus abrazos cariñosos, que me hacían falta. Aun sin estar convencido, persistí en el tratamiento. Obviamente, tuve altos y bajos, pero me mantuve. Y poco a poco, me fui convenciendo de lo importante que era este espacio, oculto del mundo, donde podía decir todo lo que me pasaba, pensaba y había hecho. Fue una guarida del mundo externo donde podía entender mi vida, mi historia y la historia del mundo. Conocer mis diferentes facetas. Si saco la cuenta del dinero invertido, puede ser mucho. Pero pude recomponer las piezas de mi historia y, poco a poco, con mucho trabajo, convertirme en el hombre que soy hoy.
Tengo 40 años. No ha sido fácil. Ha sido difícil, lento, frustrante, un túnel larguísimo que casi no tiene fin, casi. Hoy, después de mis hijos y mi señora, Feña es la persona más importante en mi vida. Él y su familia son mi familia, aunque no sé si le he dicho lo importante que ha sido para mí tenerlo a mi lado. Escribiendo estas líneas, me doy cuenta de que quizás no lo he hecho. Yo creo que él lo sabe, pero sería bueno decírselo alguna vez con palabras, porque nos hacemos regalos cariñosos.
Nos gusta mucho el café, la buena música, Felipe Avello y don Carter. Vemos la vida de forma parecida. Vivimos al lado, tenemos a nuestros hijos e hijas en el mismo colegio, y él, su señora y yo nos hemos hecho análisis. Tenemos esa experiencia compartida; sabemos lo que es. Es bonito compartir la vida, tener a mis sobrinas, a la Chochoca, que llegó a su vida hace poco. Nos tenemos, y por eso le doy las gracias.
Cristóbal Contreras
▾
Historias reales que inspiran.
Issis y su hermana
Tatiana y su jefe
La silla:
espacio de compañía.
Mientras buscábamos un ícono para la iniciativa, dimos con la imagen de la clásica silla vacía, reflejo de la soledad en campañas de salud mental.
Decidimos darle un giro: creamos una silla única, que en vez de representar ausencia, celebra a quien te ayuda a sanar y salir adelante.